viernes, 11 de noviembre de 2011

DESENFRENO
Rafael Bello

Apremios dislocados. Se nota en el régimen instaurado en Venezuela, un estado fuera de sentido racional producto del tiempo que se acorta de manera indetenible frente a las circunstancias de la vida. No hay regreso posible por cuanto la enfermedad no lo permite. Entonces cunde ese estado inestable donde aparecen las más variadas temeridades sin sentido. Y es tanto más elocuente cuanto envuelve la desesperación de un régimen en proceso de extinción. Porque ese es el panorama donde el menos acucioso saca perfectas conclusiones.
   Y la conclusión es la desesperación. Y ese estado de desesperación lo produce lo inevitable: una sentencia natural sin regreso. No hay posibilidades para devolver el cuadro fatidico a un estado deseable de larga existencia. Eso no es posible y de allí la desesperación por continuar destruyendo un país y produciendo sufrimiento a la población en general.
   Venezuela se encamina, no obstante, pese a ese febril estado de desesperado por querer adelantar en la brevedad de tiempo lo imposible. Ante ese cuadro la reconstrucción avanza en la conformación de la unidad nacional en una lucha marcada por la no violencia y clara identidad con el debate de las ideas y las propuestas par enfrentar los retos de esa necesaria reconstrucción. El régimen se desespera por cuanto el fracaso constituye su propia carta de disolución.  

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